Para efectos de su estudio, los especialistas han creado una serie de descripciones, más o menos complejas, con base en los rasgos comunes que presenta cada uno de los sistemas religiosos existentes.
Cabe aclarar que los términos religión e iglesia suelen utilizarse de manera indiscriminada, aunque en realidad aludan a conceptos divergentes.
La tipología de los sistemas religiosos propone una división general entre dos grandes paradigmas: las religiones teístas y las no teístas.
El teísmo se define como la aceptación conceptual de la existencia de un ser supremo de naturaleza metafísica que funge como creador, es decir una divinidad; mientras que la negación de este concepto no forzosamente deriva en una perspectiva atea, pues existen algunos sistemas de pensamiento religioso que rechazan el concepto de divinidad o lo asimilan otorgándole funciones menores, como metáfora de fenómenos naturales o estados mentales.
Las religiones teístas se subdividen a su vez en tres grandes categorías: monoteístas, dualistas y politeístas; con base en el número y función de sus divinidades aceptadas, organizadas dentro de una jerarquía específica o Panteón.
Otra división aplicada a las religiones teístas se basa en la idea de revelación.
Las religiones reveladas se fundamentan en una verdad revelada de carácter sobrenatural desde una deidad o ámbito trascendente y que indica a menudo cuáles son los dogmas en los que se debe creer y las normas y ritos que se deben seguir.
Las religiones no reveladas no definen su origen según un mensaje dado por deidades o mensajeros de ellas, aunque pueden contener sistemas elaborados de organización de deidades reconociendo la existencia de éstas en las manifestaciones de la naturaleza.