jueves, 12 de julio de 2012

El soneto, joya de las letras de occidente

Dentro de las formas estróficas existentes en las letras de occidente, el soneto, sin lugar a dudas, ocupa el sitio primordial, pues su correcta elaboración implica un complicado dominio tanto de la formas como de las técnicas poéticas vigentes. 

El soneto es una composición poética de estructura fija que consta de catorce versos endecasílabos, con rimas consonantes entre sí, distribuidos en cuatro estrofas, es decir, dos cuartetos y dos tercetos; y con una estricta disposición silogística que implica el conseguir que el planteamiento, desarrollo y solución del tema correspondan, en una relación progresiva, con cada una de las estrofas del poema. 


La invención del soneto se atribuye al poeta siciliano Giacomo da Lentini, notario del emperador Federico II, en el siglo XIII; aunque, gracias al despunte del movimiento literario conocido como dolce stil nuovo su estructura se verá perfeccionada, destacando las plumas de figuras tan importantes como Guido Cavalcanti y Cino Pistoia, quienes prepararán el terreno para el arribo de Dante Alighieri y Francesco Petrarca, cuyas contribuciones al desarrollo del soneto resultarán definitivas, pues será a través de la influencia de Petrarca que el soneto se extienda al resto de las literaturas europeas. 

La primera adaptación del soneto a la lengua castellana se debe a don Íñigo Lopez de Mendoza, marqués de Santillana (1398-1458), con la publicación de sus Sonetos fechos al itálico modo; sin embargo, tal intentó no logró arraigarse debido a que los cuarenta y dos sonetos del marqués presentan considerables deficiencias técnicas y formales.

Fue hasta 1526 cuando el poeta barcelonés Juan Boscán, tras una conversación con el embajador veneciano Andrea Navagiero, acometió la empresa de adaptar formalmente el endecasílabo italiano a la lengua castellana. 

Pero el triunfo de Boscán fue desigual, pues si bien es cierto que con su propia obra no alcanzó a colocarse como figura señera de la poesía de su tiempo, sí consiguió motivar la obra Garcilaso de la Vega, cuyos sonetos se catalogan como los más perfectos en lengua castellana. 

La poesía de Garcilaso dejaría abierto el camino para los futuros grandes sonetistas de las letras de occidente, de entre los cuales destacan los nombres de Cervantes, Lope, Góngora, Quevedo y Sor Juana, en territorios de la lengua hispana; Ronsard, Baudelaire, Verlaine y Mallarmé, en Francia; así como Milton y Shakespeare en la tierra de albión. 



  

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