El origen del término sánscrito mudra se encuentra en las raíces mud, deleite o placer, y dravay, inducir, estimular; aunque generalmente el término es traducido como gesto o actitud.
Los mudras son una combinación de movimientos físicos realizados, principalmente, con las manos a los que se atribuye la propiedad de alterar el estado de ánimo, la actitud y la percepción, mejorando la concentración y amplificando la consciencia. No obstante, un mudra puede involucrar el cuerpo entero en una combinación de gestos y posturas conocida como asana.
El uso de los mudras suele asociarse con las prácticas místicas y religiosas de los pueblos de lejano oriente, aunque, en realidad, se encuentran presentes dentro de prácticamente todas las representaciones religiosas, sin importar su origen o filiación; sin embargo, es en los textos yóguicos en donde se exponen los tratados más especializados sobre su origen y funcionamiento.
Se considera que las posturas y actitudes que se adoptan durante la práctica de los mudras establecen una conexión directa entre el cuerpo físico, mental y vital de cada individuo; de este modo, los mudras operan como una forma de manipular la energía, de la misma manera que un espejo o la pared de un acantilado la desvían en forma de luz o sonido.
La literatura tántrica afirma que una vez que se ha logrado detener la dispersión de energía mediante la práctica de los mudras, la mente se introvierte, induciendo estados de profunda concentración.
Desde el punto de vista científico se considera que los mudras proveen un camino para acceder e influir en los reflejos inconscientes y patrones instintivos que tienen su origen en áreas primitivas del cerebro, creando una conexión sutil, no intelectual, con esas áreas.
Cada mudra establece un vínculo diferente y tiene un efecto distinto en el cuerpo y la mente. El objetivo es crear posturas y gestos fijos y repetitivos que ayuden al practicante a deshacerse de patrones instintivos y llegar a una consciencia más refinada.
De manera independiente a su relación con las prácticas de meditación, el uso de los mudras es también una forma de lenguaje, con valores estéticos propios que forman parte del vasto patrimonio cultural de la humanidad.
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