martes, 31 de julio de 2012

Remedios Varo, artífice de sueños

Conjugando a un tiempo sueño y arquetipo, la obra de Remedios Varo destaca como uno de los legados más importantes de la pintura surrealista; aunque la complejidad y el misticismo plasmado en muchos de sus cuadros van más allá de una simple catalogación iconográfica, tan frecuente en las publicaciones sobre historia del arte. 

Nacida el 16 de diciembre de 1908, María de los Remedios Alicia Rodriga Varo y Uranga mostró desde niña una peculiar inclinación por el mundo de la plástica; y a la edad de 15 años ingresó en la prestigiada Academia de San Fernando, en Madrid. 

Desde sus primeras obras intenta descifrar el misterio de los mensajes subyacentes en la apariencia de la realidad, aunque será hasta su encuentro con el grupo Logicofobista, una extensión del círculo surrealista liderado por Breton, que su pintura adquirirá un estilo plenamente reconocible, al tiempo en que se gana la vida con el oficio de dibujante publicitario.

En 1941, unida ya al poeta Benjamín Péret, arriba a tierras mexicanas, huyendo de la persecución que se realizaba en Europa hacia todos los opositores a los ideales nazifascistas; este traslado le permitirá entrar en contacto con las grandes figuras del mundo artístico e intelectual americano, aunque su obra no recibirá mayores influencias de estilo. Sus bases artísticas, más bien, se encuentran en el viejo continente, en especial en las obras de los grandes maestros de finales del medievo, Bosco, Brueghel el Viejo, principalmente. 

Aunque de un modo tardío -realizó su primera exposición en 1955- el reconocimiento de la obra de la hispano-mexicana será definitivo; Vagabundo, Creación de las aves, Cazadora de astros y Papilla estelar son sólo algunas de las piezas que integran su extenso catálogo pictórico. 

Mención aparte merece su importante -aunque poco conocida- obra escultórica, formada por una peculiar colección de piezas elaboradas a partir de elementos eclécticos: huesos, maderas, espinas de pescados, alambres, rocas y cuerdas que se fusionan para formar ecos internos a partir de  las inquietantes figuras a las que dan vida; un equilibrio perfecto entre el fondo y la forma.

El 8 de octubre de 1963 se apaga la luz de esta artista, artífice de sueños.











jueves, 12 de julio de 2012

El soneto, joya de las letras de occidente

Dentro de las formas estróficas existentes en las letras de occidente, el soneto, sin lugar a dudas, ocupa el sitio primordial, pues su correcta elaboración implica un complicado dominio tanto de la formas como de las técnicas poéticas vigentes. 

El soneto es una composición poética de estructura fija que consta de catorce versos endecasílabos, con rimas consonantes entre sí, distribuidos en cuatro estrofas, es decir, dos cuartetos y dos tercetos; y con una estricta disposición silogística que implica el conseguir que el planteamiento, desarrollo y solución del tema correspondan, en una relación progresiva, con cada una de las estrofas del poema. 


La invención del soneto se atribuye al poeta siciliano Giacomo da Lentini, notario del emperador Federico II, en el siglo XIII; aunque, gracias al despunte del movimiento literario conocido como dolce stil nuovo su estructura se verá perfeccionada, destacando las plumas de figuras tan importantes como Guido Cavalcanti y Cino Pistoia, quienes prepararán el terreno para el arribo de Dante Alighieri y Francesco Petrarca, cuyas contribuciones al desarrollo del soneto resultarán definitivas, pues será a través de la influencia de Petrarca que el soneto se extienda al resto de las literaturas europeas. 

La primera adaptación del soneto a la lengua castellana se debe a don Íñigo Lopez de Mendoza, marqués de Santillana (1398-1458), con la publicación de sus Sonetos fechos al itálico modo; sin embargo, tal intentó no logró arraigarse debido a que los cuarenta y dos sonetos del marqués presentan considerables deficiencias técnicas y formales.

Fue hasta 1526 cuando el poeta barcelonés Juan Boscán, tras una conversación con el embajador veneciano Andrea Navagiero, acometió la empresa de adaptar formalmente el endecasílabo italiano a la lengua castellana. 

Pero el triunfo de Boscán fue desigual, pues si bien es cierto que con su propia obra no alcanzó a colocarse como figura señera de la poesía de su tiempo, sí consiguió motivar la obra Garcilaso de la Vega, cuyos sonetos se catalogan como los más perfectos en lengua castellana. 

La poesía de Garcilaso dejaría abierto el camino para los futuros grandes sonetistas de las letras de occidente, de entre los cuales destacan los nombres de Cervantes, Lope, Góngora, Quevedo y Sor Juana, en territorios de la lengua hispana; Ronsard, Baudelaire, Verlaine y Mallarmé, en Francia; así como Milton y Shakespeare en la tierra de albión. 



  

martes, 10 de julio de 2012

Mudras; cuerpo, espíritu y deidad

El origen del término sánscrito mudra se encuentra en las raíces mud, deleite o placer, y dravay, inducir, estimular; aunque generalmente el término es traducido como gesto o actitud.

Los mudras son una combinación de movimientos físicos realizados, principalmente, con las manos a los que se atribuye la propiedad de alterar el estado de ánimo, la actitud y la percepción, mejorando la concentración y amplificando la consciencia. No obstante, un mudra puede involucrar el cuerpo entero en una combinación de gestos y posturas conocida como asana.

El uso de los mudras suele asociarse con las prácticas místicas y religiosas de los pueblos de lejano oriente, aunque, en realidad, se encuentran presentes dentro de prácticamente todas las representaciones religiosas, sin importar su origen o filiación; sin embargo, es en los textos yóguicos en donde se exponen los tratados más especializados sobre su origen y funcionamiento.

Se considera que las posturas y actitudes que se adoptan durante la práctica de los mudras establecen una conexión directa entre el cuerpo físico, mental y vital de cada individuo; de este modo, los mudras operan como una forma de manipular la energía, de la misma manera que un espejo o la pared de un acantilado la desvían en forma de luz o sonido. 

La literatura tántrica afirma que una vez que se ha logrado detener la dispersión de energía mediante la práctica de los mudras, la mente se introvierte, induciendo estados de profunda concentración.





Desde el punto de vista científico se considera que los mudras proveen un camino para acceder e influir en los reflejos inconscientes y patrones instintivos que tienen su origen en áreas primitivas del cerebro,  creando una conexión sutil, no intelectual, con esas áreas. 

Cada mudra establece un vínculo diferente y tiene un efecto distinto en el cuerpo y la mente. El objetivo es crear posturas y gestos fijos y repetitivos que ayuden al practicante a deshacerse de patrones instintivos y llegar a una consciencia más refinada. 

De manera independiente a su relación con las prácticas de meditación, el uso de los mudras es también una forma de lenguaje, con valores estéticos propios que forman parte del vasto patrimonio cultural de la humanidad.


viernes, 6 de julio de 2012

El ruiseñor mexicano


María de los Ángeles Manuela Tranquilina Cirila Efrena Peralta Castera, nació en la ciudad de México el 6 de julio de 1845.

Aunque de origen humilde, siempre recibió buena educación que le permitió desarrollar sus inclinaciones artísticas, revelándose como poseedora de una voz extraordinaria, dentro de la tesitura de soprano.

Debutó en 1853, a la edad de 8 años, interpretando la cavatina de la ópera Belisario de Gaetano Donizetti; y un año después maravilló a la condesa Rossi, considerada como una de las más notables cantantes de la época, que hacía una temporada en el hoy extinto gran Teatro Nacional de México. 

Desde su juventud se esmeró en el estudio y perfeccionamiento del canto, el piano y la composición, destacando de entre sus maestros las figuras del mexicano Cenobio Paniagua y el italiano Francesco Lamperti. 

El 16 de julio de1860 se presentó nuevamente en el gran Teatro Nacional, cantando el papel de Leonora en El Trovador de Giuseppe Verdi. El público la aclamó notablemente; y es ésta la que se considera su función de debut oficial.

Para 1862 ya se encontraba cantando en los principales escenarios europeos, triunfando en la interpretación de los roles más complejos del repertorio del bel canto:  La Sonámbula, Norma y Los Puritanos, de Bellini; Lucía de Lammermoor; La Hija del Regimiento y El Elixir de Amor; de Donizetti; y El Trovador y La Traviata de Verdi. Aún sigue siendo memorable el furor de aquella gira, pues a un tiempo que lograba despertar la admiración debido al tono de su timbre y a su técnica perfecta, en los salones no dejaba de comentarse sobre las risibles y  grotescas gesticulaciones realizadas por su tosco y rudo rostro al momento de cantar, pues al ruiseñor mexicano la naturaleza le había negado toda gracia corporal.





El 29 de enero de 1866 cantó para los emperadores Maximiliano y Carlota. A cambio de tal condescendencia se le nombró "Cantarina de cámara del imperio", provocando la repulsa dentro del bando liberal mexicano. 

Ángela Peralta reanudó sus giras por el interior de la república, seguida de su compañía, integrada por 80 artistas de entre los que destacaba un grupo de jilgueros italianos de dudosa categoría. 


En agosto de 1883, después de cantar la María de Rohan, de Donizetti en un escenario improvisado dentro de un patio, la soprano desembarcó en el puerto de Mazatlán, ciudad que se encontraba asolada por una epidemia de cólera que terminó por afectar a la cantante. 
Ángela Peralta falleció el 30 de agosto de 1883, después de casarse in articulo mortis con su amante, don Julián Montiel y Duarte. 
La grandeza artística de Ángela Peralta se encuentra resumida en la más famosa anécdota que protagonizara: 
Un día, al terminar de entonar algunas piezas sacras ante la apostólica majestad del Papa Pío IX, la Peralta hizo ante su Santidad una reverencia, diciendo: "Santo Padre, así se canta en México". A lo cual, el Papa, profundamente emocionado, exclamó: "¡Así se canta en el Cielo!"


martes, 3 de julio de 2012

Juramento del juego de pelota, ejemplo de organización civil


Para hacer frente a la situación de crisis económica y social padecida por la nación francesa, el rey Louis XVI convocó a la reunión de los Estados Generales, organismo que no se congregaba desde 1614.
Los Estados generales empezaron sus sesiones el 5 de mayo de 1789 en el palacio de Versalles; en esa reunión, el entusiasmo general se transformó en indiferencia cuando el rey declaró que la misión esencial de la asamblea debía constituir en el arreglo de las cuestiones financieras y que no se permitirían innovaciones que afectaran los principios de la monarquía. El discurso evidenció que las solicitudes de la población no serían atendidas y que los buenos propósitos del rey y de su ministro Nécker habían cambiado ante la influencia de las clases privilegiadas.
Frente a esta situación, los representantes del tercer estado decidieron invitar a los diputados del clero y la nobleza para formar con ellos una Asamblea que pudiese considerar todos los asuntos planteados por los cuadernos de peticiones y resolverlos mediante un sistema de votación individual 
La iniciativa del tercer estado fue rechazado por los diputados de la nobleza y provocó un conflicto que se prolongó durante cinco semanas. Finalmente, el 17 de junio de 1789, los diputados del tercer estado y muchos del clero resolvieron constituirse en Asamblea Nacional por entender que representaban más del noventa por ciento de la nación y declararon que actuarían con la colaboración de los demás o aún sin ella.
El rey se dispuso a anular la acción de la Asamblea y ordenó clausurar la sala de sesiones; al día siguiente la Asamblea decidió trasladarse a un pabellón vecino destinado al juego de pelota.






Los miembros integrantes de la Asamblea, reconocidos como verdaderos representantes del pueblo francés, manifestaron su rechazo hacia las caducas y corrompidas instituciones de gobierno y proclamaron un juramento histórico.


"Juramos jamás separarnos de la Asamblea Nacional y reunirnos allí donde las circunstancias lo exijan, hasta que la constitución del reino esté establecida y apoyada sobre fundamentos sólidos; y que, al prestarse el dicho juramento, todos los miembros y cada uno de ellos en particular confirmarán por su firma esta resolución inquebrantable."


Ante esta enérgica actitud, el rey resolvió que los representantes de la nobleza y del clero se incorporasen a la Asamblea. Poco tiempo después, ésta adoptó el nombre de Asamblea Nacional Constituyente y designó una comisión para redactar la Constitución.
La creación de la Asamblea nacional constituyó el primer acto revolucionario y proclamó en los hechos la soberanía de la nación ya que no se reconocía la autoridad del rey para disolverla.